domingo, 2 de abril de 2017

Realidad y belleza


La seducción de las plantas.
Como axioma la realidad estética es una concepto claro, la belleza de su voz está disuelta en todo lo que nos rodea y en algunos casos emociona. el cromatismo de los óxidos de las pizarras es inigualable. De hecho, todo lo que contemplamos es bello, nada hay que le iguale. Su lenguaje es el nuestro, sus canciones salen por nuestra boca y sus paisajes nos llevan al sueño de la existencia. La naturaleza nos habla siempre, desde una partícula diminuta, un bloque de mármol, o un grandioso farallón como el de los Mallos de Riglos. Aquellas rocas atraen a la vista y al cuerpo, son referentes en el territorio y tienen un poder espiritual sobre nosotros. Nuestro mundo es una percepción emocionada, sentida y recreada de lo real. Pero como podemos ver, su acción queda desplegada durante millones de años.

 Mirar la salida del sol y contemplar como la luz revela los colores del mundo es gratis, nadie puede cobrarnos nada y lo tenemos delante de la ventana con variables infinitas. Eso es patrimonio de todos, una belleza sublime que al contemplarla nos hace sabios. Tiene un valor por encima de todo valor y sólo hace falta la voluntad para que sea contemplada como la única obra que merece la pena ser tenida en cuenta. Pues bien: con la autoridad que me otorga la naturaleza yo declaro que todo el universo es una obra de arte que se reajusta sin cesar, nace, crece y muere, se auto contempla y se modifica a cada instante para seguir una ley que es eminentemente estética. La sublime belleza del conjunto no puede describirse con palabras y las dimensiones se escapan a todo lo que podamos imaginar por más que lo encerremos en números.

 Desde tiempos de Pitágoras existe una creencia que relaciona la espiritualidad unida a las formas geométricas y a la matemática. Se trata de un símbolo complejo y simétrico en todas las direcciones que desprende una sensación de belleza perfecta. Su forma es la consecuencia de la búsqueda entre las relaciones del triángulo equilátero, el hexágono, y la esfera, que por su perfección resultante se le ha adjudicado un valor religioso y místico. Está presente en diversas culturas y religiones de todo el mundo y todavía hoy despierta expectación y aporta soluciones conceptuales asombrosas.
 
 Cuando miro el paisaje y me emociono con su belleza o me asombro con su brutalidad, en realidad lo que estoy recibiendo son vibraciones y fluctuaciones de onda, transmisiones de efectos lumínicos, sinfonías que oscilan y son leídos por los sensores que esas mismas vibraciones han construido con la paciencia de los siglos. En realidad no sabemos mucho sobre como funcionan los impulsos creativos, como los átomos deciden buscar sus variables, agruparse en moléculas y llegar a formar vida.

El arte es un lenguaje simbólico que habla directamente a las fibras sensibles del alma, excita las emociones hasta hacerlas reír y llorar al mimo tiempo y enternece los espíritus más violentos hasta hacer de ellos criaturas desvalidas. Cuando su fuerza expresiva es así, la naturaleza ha dispuesto la marmita de la belleza hasta presentar las acciones divinas. Es tan increíble su poder evocador que se convierte en el arquetipo de la vida, del asombro permanente y encarna los mejores valores, los que permanecen siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario